Nehemías 6:1-9
Las tempestades siempre llegan por varios motivos: (1) para probar los simientes de lo que has construido. (2) Para crear testimonio sobre que estás construyendo (3) para sanear todo defecto y limpiar toda carga innecesaria (4) para procesar tus pensamientos y tu fe (5) para mostrarte que tú suficiencia solo es vanidad de vanidades. (6) para traer tranquilidad y paz aún cuando estés en medio de la tormenta, porque has aprendido a confiar en quien te envío. (7) y por último para que su gloria sea sobre ti y toda tu casa.
Los momentos difíciles son pasajeros y te ayudan a revisar tu zapata, tu fundamento, para que estés seguro que estás construyendo sobre la roca y no sobre la arena. Son los momentos en los que Dios habla de forma directa contigo. Porque la adversidad tiene la capacidad de mostrarte lo que Dios hace, cuándo crees que todo está perdido. Dios la usa para mostrarte que tú dependencia debe ser solo de El, que no es tu carrera, ni tu trabajo, que no es tu dinero, ni tu posición, que no es quien conozcas o quién te conoce, que más bien es por su gracia y misericordia que aún estás vivo(a). Es para que puedes contar y disfrutar de las maravillas que El permite en tu vida, es para que veas el poder que tiene la Fe, cuando se activa en tu vida. Para que veas florecer eso que creías podía ser destruido por el enemigo. Porque si de algo estoy seguro es que sobre lo que Dios se glorifica, no existe forma alguna que el enemigo pueda tocarlo. Y tú formas parte de su Gloria. Y si no has confesado a Cristo como tu salvador, hoy es un buen día para hacerlo. Porque su palabra dice que El, está a la puerta y toca. Y si abres entrara y cenará contigo.