Tu sentido se ha convertido en mi religión, tus pasos dibujan el camino que debo seguir. Ojala me lleven hasta tu boca, donde siempre encuentro las delicias que ocultas en tus labios. Los segundos a tu lado, son un espacio de tiempo que pierden la medida. El reloj esconde sus manecillas y deja de contar regresivamente, Las horas pasan y tu presencia se hace perpetua en mis mañanas, cuanto me gustaría que alumbraras en roció, como lo hace la lluvia cuando acaricia mi ventana, deseando confundirse con el sudor que brota de tu piel.
Regálame tu espacio, regálame tu ser, bríndame el néctar de tus labios, ese Cádiz que embriaga mis sentidos, dejando todo oculto, y sin testigos. No ha llegado la madrugada y el espacio de mis venas, se ensancha y mi corazón se agita, mi pecho crece cual torrente de rio que desencadena en un mar de pasiones que yace sobre tu piel. No se ha roto el silencio, tu voz silene me camina la piel con la mirada perdida como espiga de trigo al viento. No se cómo llegaste hasta mí, pero no quiero verte partir.