Quería escribirle al silencio, a su elocuencia innata, esa montaña de estelas indescifrables, que tantas cosas nos ocultan. Quería expresar con palabras lo que se siente estar en su presencia. El espacio que ocupa y la dirección de su caminar. Quería expresar en su tiempo, y porque nunca anda con prisa, quería saber porque el llega después de la brisa. Quería escribirle al silencio y descubrí muchas cosas.
Descubrí que él me escucha,
Que nunca se apasiona,
Descubrí que su manto ocupa cada espacio,
Y en cada espacio el ocupa su lugar,
Que nada se escapa de su hablar,
Ni la brisa, ni el viento al soplar,
Descubrí que no muestra su investidura,
Porque no lo cree necesario,
Descubrí que si sonríe,
Aunque no muestra su sonrisa,
Que nunca camina con prisa,
Porque dice que le hace falta llegar,
Descubrí que su estancia es inerte,
Aunque existe en todo lugar,
Descubrí de el tantas cosas,
Que decidí mejor de no hablar.