Poemas

Dios en cada despertar

Un despertar la mañana trae un dulce sabor de un ayer que se quedo dormido. La tranquilidad de esta estancia mantiene al rocío mañanero inmóvil.
El sol aún no se asoma y la claridad de la luna aún persiste, como el amante que no quiere despedirse de su amada. Mientras tanto espero me acompaña un café, mi pero y este poema.
Hoy es diferente. Se respira un dulce viento y hasta mi terraza llega el olor a leña quedada. Seguido por el olor a pan recién cocido.  Y por un instante mi café calienta mis manos. Como quien dice que estoy para hacerte compañía.
Detrás del franboyan aparece el sol lentamente, con una sonrisa en sus labios.  El rocio se despide de la hierva, le brinda un último beso y le deja la humedad de sus recuerdos corriendo por columna vertebral.
Hoy es un buen día. Para amar, para pedirle a Dios un milagro. Para dormir en sus brazos y descansar las penas y dejar que todo el dolor lo calme con su gracia y pedirle que por su misericordia nos dé más días como este.  Para sentirlo tan cerca como hoy.

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