Muchas veces he caminado descalzo, para sentir el frío de la tierra, para experimentar lo que se siente cuando la naturaleza te toca. Para sentir la ausencia del sentido común y cambiar la perspectiva de la mirada normal y que te miren y digan “Está loco”. A veces he dejado que caiga la lluvia en el mismo espacio para sentir que tan fuerte pegan sus gotas, para sentir la fuerza de la gravedad y ver si puedo acelerarla o deterna. Y luego de meditar en su palabra, me doy cuenta que estás experiencias son mias y que sólo yo puedo expresar lo que siento y experimentó.
Mi relación con Cristo tiene la misma perspectiva… la mía. Su palabra es una, al igual que la lluvia y el viento, pero lo que experimentas es diferente en cada visita. Su voz es siempre suave, pero sus mensajes se adaptan a tus condiciones. Sus palabras tienen el mismo tono, pero cuando las escuchas se transforman en tus oídos. Su espacio en infinito más sin embargo cabe dentro de tu corazón, la tierra es el estrado de sus pies, pero tiene residencia en tu cuerpo. La perspectiva de quién eres para Cristo no cambia, aunque el mundo te mire diferente cada día. Porque ellos te miran desde sus circunstancias, Cristo te mira por quién tu eres. Cree, confia, espera y no desmayes.