Le canto quizás a la espera,
A ese estirpe azul que nace,
De un día rojo que al final es amarillo,
Con lentejuelas colgando en el infinito.
Cuando es de noche…
Le llevo mí llamado al viento,
Colibrí de tantas flores,
Amante y errante de mil tardes,
Que solo descansa después del ocaso,
En la orilla de mi quimera,
Levanto mis lágrimas del tiempo,
Y lleno el cántaro de la esperanza,
Con la lluvia de mis ojos,
Para poder regar mis sueños,
Después de regresar cansado desde tus pensamientos,
Más no soy el dolor de la tarde,
Ni la angustia del desdichado,
No soy menos que la esperanza,
Donde guardo lo hallado.
Justo al lado del olvido.
Le canto quizás a la espera,
A su imagen sin color,
A su peso y a su presencia,
Quizás al dolor de esta ausencia.
Que carcome mi pensar.
Quizás debería imitar las hojas,
Que deciden suicidarse
Cuando se pintan de amarillo…
Aun cuando no es otoño.
Aun cuando les queda vida…
Quizás debería dejar la tranquilidad,
Que cabalgue en mis sentidos,
Para que le brinde, la fe y el amor,
A esta soledad que sin ti yo vivo.