En un lugar donde las palabras son más que sonidos, donde el sentido de dirección está más allá de tu pensamiento, donde los espacios no son solo un sitio de guardar lo que sientes y donde los abrazos son puramente una expresión de lo que deseas decir. Allí duerme tranquila la mañana y el despertar de un nuevo día que a pesar de las sombras, busca la salida de sol para que resplandezcas a pesar de lo que sientas, de lo que sufras, de lo que estés pasando. Nada se detiene todo continua su normalidad, porque Dios lo permite. Ese lugar es tu alma.
Allí quedan sembrados cada uno de las personas que tocan tu vida, las que transforman tu carácter, las que definen lo que eres. Las que enriquecen tu estadía aquí en la tierra. A estas personas quiero darle, las Gracias, a mi Madre, a mis hermanos, mis sobrinos quienes de alguna forma me dan la energía para continuar a pesar del dolor y las angustias momentáneas, los amo a todos. A mi esposa por ser tan paciente, a mis hijos por el darme la tranquilidad en medio de sus desordenados movimientos y sus repentinas peleas. A ellos que son mi reflejo y mi espacio más privado. Donde Dios me permitió distribuir algo de lo que me ha dado y lo que tengo que hacer que crezca en ellos. A mis amigos los que sin pensarlo dos veces me apoyan en mis proyectos y nunca corren cuando las cosas se ponen difícil. A ti que formas parte de mi círculo, a mi tío Julio y mi tía Paqui, quienes siempre han sido incondicionales conmigo desde que llegue a los Estados Unidos. A mi congregación Elim Eliel a mi pastor Henry Metz y su familia y a mi Dios todopoderoso en quien me refugio. Él es quien me da el aliento y la oportunidad de poder decirles gracias a ustedes hoy día.